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ILUSIÓN, FUERZA Y LUCHA, “QUIERO VIVIR”

Los últimos avances en neurociencia y psicología demuestran que el entorno tiene un gran impacto sobre los pensamientos, las emociones y conductas de las personas, incluyendo también a los pacientes y a sus familias.

Su interés y esfuerzo por propiciar un entorno positivo ha hecho que, con su proyecto Zurekin, la Clínica IMQ Zorrotzaurre haya sido una de las finalistas de los segundos premios nacionales ‘Hospital Optimista’, que se fallaron el 28 de abril en el Colegio de Médicos de Madrid. El objetivo de los premios Hospital Optimista es contribuir a la mejora de la salud de los pacientes hospitalizados, fomentando las iniciativas y prácticas que contribuyan a la creación de un entorno optimista.

La Clínica Zorrotzaurre no quiso estar representada en la entrega de premios ni por su director, ni por su gerente, ni por su médico más deslumbrante, ni por ningún alto cargo del Grupo IMQ, sino por una paciente que transmite perfectamente toda la labor que están llevando a cabo como Hospital Optimista. Marije Okamika, es una paciente muy especial. Luchadora, optimista, con ganas de vivir.

 

A Marije le encontraron un carcinoma de mama en noviembre de 2012. En diciembre se le operó, se le trató con radioterapia y se le prescribió la toma de Tamoxifeno durante 5 años. Cada 4 meses revisión con su oncólogo y cada 6 con su ginecólogo. Parecía que las características del tumor eran poco agresivas… Asunto zanjado.

En septiembre de 2014 en una prueba rutinaria los marcadores tumorales habían subido un poco. “Nada alarmante pero vamos a realizar un TAC por si acaso”. No se vio nada alarmante, pero se volvieron a repetir a los cuatro meses, por si acaso. En esta ocasión la cosa no pintaba bien y solicitaron una ecoendoscopia y su posterior biopsia, donde se confirmó la metástasis.

No había nada que hacer. “Un tratamiento hormonal y cruzar los dedos” recuerda Marije.

El 27 de marzo de 2015 ingreso en la Clínica Zorrotzaurre. Fue una decisión reflexionada. Enfermera durante 42 años, en el hospital de Basurto, y partidaria de la medicina pública, orgullosa del funcionamiento de Osakidetza, no obstante decidió que “no quería ver caras de pena y aguantar conversaciones incómodas. No quería ser la comidilla de mis compañeros ni ser tratada de una manera especial”. Decidió ser una persona anónima y ser tratada como tal.

El día del ingreso, ya sufría una intolerancia absoluta a líquidos y sólidos, por lo que tuvieron que iniciar un tratamiento con alimentación parenteral.

En una primera fase, intentaron hacer una intervención para realizar una derivación gastro yeyunal, para solventar la obstrucción que tenía en el duodeno, pero no se pudo hacer nada. Fallada esta opción, aplicaron quimioterapia para intentar resolver la inflamación duodenal y permitir que la paciente pudiese comer. Esta terapia si fue efectiva, ya que enseguida pudo iniciar la ingesta de líquidos. “Finalmente, tras 43 días ingresada, a casa. Me animaban diciéndome que comería tortilla de patata algún día…”.

Pudo efectivamente comer su tortilla de patata, filetes, y todo tipo de alimentos, pero el tumor seguía avanzando y la quimio le estaba produciendo una anemia importante.

Seguía sin darse por vencida, seguía optimista y el equipo de oncología le siguió acompañando. Tras el análisis de diversas alternativas, aplicaron otro tipo de quimioterapia.

Se ha reducido mucho el tumor, y los marcadores tumorales ya están casi normales. La nueva quimio afecta a piel y uñas. Le ha producido un síndrome palmo­-plantar bastante agudo y eso le produce una importante limitación en manos y pies, con un dolor a veces muy importante.

La percepción que uno tiene de la vida cambia irremediablemente tras sufrir un revés de este tipo. “Ahora no hago planes. Me produce tristeza pensar si estaré viva, así que no pienso. Vivo el momento, pienso en el aquí y el ahora”. Marije está llena de esperanza, de ilusión, de alegría aunque no sepa a ciencia cierta qué futuro le espera ni si tendrá otro disgusto. “Sobra casi todo en la vida. A pesar de haber sido siempre una mujer sencilla, me he dado cuenta de que el aparentar, el estar guapa, ir a la moda, relacionarte con tal o con cual, son en realidad trivialidades que a la hora de la verdad no importan nada”. “Ahora sólo me apetece disfrutar de mi marido, de mis hijos, de mis nietos y de mis seis hermanas y de mis amigos. Disfruto sentándome en un banco entre el sol y la sombra, del aire que me da en el rostro, de la gente que pasa, de un cafecito en un sitio agradable con gente que me importa, de ser consciente del aquí y el ahora, del cariño…”.

Tiene los pies vendados pero el corazón fuerte. “Cada vez que viene mi nieta a casa y me ve con los pies así, me pregunta, “amama, ¿pupu?” Y contesto que no. No quiero que me recuerde como una “pupas”. Me invento historias para desdramatizar para que no tenga esa imagen de mí. Tengo mucho amor propio”.

No se siente enferma. Sabe que tiene un cáncer. Sufre dolores fuertes en manos y pies. “Pero tengo vida. Me he sentido muy querida. No tengo palabras de agradecimiento suficientes para familiares y amigos. “Sólo te estamos devolviendo una pequeña parte de lo que tus nos has dado…” me dicen mis hermanas e hijos”.

La opinión de Marije acerca del proyecto Hospital Optimista en el que la Clínica Zorrotzaurre ha quedado finalista es clara. Considera que el optimismo lo lleva uno dentro, que es inherente, que se es o no se es, pero que un ambiente relajado, próximo, respetuoso, un trato amable, que te escuchen, que sepan enfocar el tema sin ocultar la verdad, dándote esperanzas razonables, haciéndote ver que no estás sola en la lucha, ayuda y mucho. “Han hecho que no me sienta sola en ningún momento”. “Quiero hacer una mención especial a la profesionalidad, dedicación, atención y amabilidad del doctor Ricardo Fernandez y así mismo, a Beatriz del Hospital de día Oncológico”.

El Proyecto Zurekin se centra en las diferentes iniciativas que acomete la Clínica (evento de navidad, videos participativos, talleres de habilidades, la nueva revista e-KomuNNika, la musicoterapia…) con el objetivo de crear un entorno de ilusión, compromiso, reconocimiento, empatía y optimismo, consiguiendo así prestar una asistencia sanitaria del más alto nivel de calidad, seguridad y, sobre todo, humanidad.

La Clínica Zorrotzaurre quiere dar a sus pacientes lo que Marije tiene por naturaleza. Optimismo, ilusión, fuerza interior, esperanza, atención, trato humano y sobre todo, hacerles saber que no están solos. El año que viene no quedarán finalistas. Ganarán.